En busca del tiempo perdido
Llevo observando desde hace unas temporadas, un hecho obvio que va unido al auge y crecimiento exponencial del atletismo popular y a otras manifestaciones deportivas como el ciclismo (en todas sus variantes) o el triatlón, por citar las más comunes.
Me parece excepcional que el deporte, y en concreto la carrera, sean unas de las formas de ocio preferidas en los últimos tiempos.
Para algunos, que llevamos desde hace muchos años corriendo de aquí para allá, cuando éramos "cuatro" los que salíamos a hacer kilómetros por los alrededores de los pueblos, ante las miradas extrañas de los vecinos...para nosotros, nos supone algo sorprendente y extraordinario que esa práctica que antes era llevada a cabo por unos pocos, ahora sea practicada por miles de personas a diario, sin distinción de género o edad.
A mí, personalmente, como amante del atletismo y profesional del deporte, me gusta mucho todo esto.
Eso sí, yo siempre usaré las palabra correr, corredor... por delante del anglicismo que intenta imponerse run o runner; que cada cual lo diga como le de la gana, pero a mí la palabra castellana CORRER, me encanta.
Pero implícito a este fenómeno, que hoy mueve masas, hay algo que me preocupa sobremanera y es el hecho de que hay algunas personas, que durante muchos años han abandonado la práctica deportiva o que han sido sedentarios casi desde sus orígenes, que ahora se animan de una manera casi impulsiva y obsesiva a correr, no como objetivo o como medio con componentes saludables, sociales y de ocio sobresalientes, sino correr buscando metas y marcas como un fin en sí mismo. Yo lo denomino en "busca del tiempo perdido", con permiso de Proust. Ver cómo muchos de estos nuevos corredores, su único aliciente es acumular km, competiciones, en muchas ocasiones subestimando o menospreciando su ocio o su forma de vida anterior y con la ansiedad de querer hacer en muy poco tiempo, aquello que no hicieron nunca o que dejaron de hacer durante muchos años. Este "ganar" el tiempo perdido es muy peligroso, a todos los niveles: a nivel anatomo-fisiológico, un cuerpo sedentario o quase sedentario, sometido a un estrés brutal en muy poco tiempo, haciendo caso omiso a los principios fundamentales del entrenamiento como la progresión de las cargas, la recuperación y el descanso, la individualización del entrenamiento; a nivel socio-familiar, personas que absorben todo su tiempo de ocio en su entrenamiento, sus competiciones, obviando el tiempo que otrora dedicaban a su familia y amigos; a nivel de bienestar personal, querer demostrar a los demás lo que somos o lo que podemos llegar a ser en base a unas marcas, unos tiempos y unos registros que se convierten en una obsesión a toda costa. Lo que somos, ya lo hemos demostrado o lo demostramos cada día, muy al margen del rendimiento deportivo, que como aficionados, tengamos en nuestras carreras.
Para mí, este es el problema implícito y oculto que conlleva afrontar con obsesión lo que debería ser un objetivo, con estrés lo que deberían ser momentos de placer y con ansiedad lo que debería ser un motivante esfuerzo de superación.
Corramos con cabeza, sintamos cada carrera, progresemos escuchando a nuestro corazón; sólo así disfrutaremos de esta pasión que nos mueve: CORRER.
Roberto Alonso
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